jueves, 28 de julio de 2011

Soto Rojas arruga/Simón Boccanegra 28jul11


Soto descubrió que el TSJ era autónomo y que esa autonomía les permitía tener un momento de locura, del cual pueden disfrutar mensualmente. En pocas palabras, el antiguo guerrillero que encabeza el poder donde se elaboran las leyes, avala que los magistrados se las pasen por donde les da la gana


Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Cuando a Fernando Soto Rojas le preguntaron, por primera vez, su opinión sobre el megabono de alimentación que se autoaprobaron una parte de los magistrados del TSJ exclamó que “eso es una locura”.

Posteriormente, ante los planteamientos del diputado Juan Carlos Caldera para que se investigara el tema, aclaró que tal cometido le correspondería a la directiva de la Asamblea Nacional, en lugar de a una comisión en particular, lo que ya denotaba un cambio en su percepción del asunto. La locura lo empezaba a contagiar.

En el ínterin el bono de alimentación, con el que doña Luisa Estella y varios de sus colegas burlaban la Ley de Emolumentos, se convirtió en un gasto de representación.  Morales y su combo no se atreven a enfrentarse a Chacumbele, prefieren hacer boxeo de sombra y mantener su mismo nivel de ingresos, muy superior al de la mayoría de los venezolanos con un comportamiento muy alejado de la “ética socialista” que pregonan, pero que no practican.

El martes, en la sesión parlamentaria, Caldera interpeló al presidente de la Asamblea sobre el avance de su investigación y la respuesta de Soto fue que se habían reunido con representantes del máximo tribunal y que como eran un poder autónomo, ellos darían una respuesta.

Repentinamente Soto descubrió que el TSJ era autónomo y que esa autonomía les permitía tener un momento de locura, del cual pueden disfrutar mensualmente. En pocas palabras, el antiguo guerrillero que encabeza el poder donde se elaboran las leyes, avala que los magistrados se las pasen por donde les da la gana.

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