viernes, 21 de octubre de 2011

Diles que no me maten


Sacado a rastras de una tubería de desagüe donde se escondía, un herido Muamar Gadafi levantó sus manos y rogó a los combatientes revolucionarios: “No me maten, mis hijos”. Una hora después, estaba muerto, pero no antes de que los jubilosos libios hubieran desahogado décadas de odio al jalar el cabello del excéntrico dictador y exhibir su cuerpo ensangrentado en el capó de una camioneta.

La muerte de Gadafi ayer, dos meses después de que lo expulsaron del poder y tras pasar a la clandestinidad, entierra definitivamente un régimen de cerca de 42 años que convirtió a Libia en un paria internacional y en su feudo personal.

También empuja a Libia a una nueva era, en la que los líderes de la transición deben superar las profundas divisiones y reconstruir prácticamente todas sus instituciones desde cero para alcanzar los sueños de democracia.

"Hemos esperado este momento durante mucho tiempo. Han matado a Muamar Gadafi", dijo el primer ministro Mahmud Yibril en conferencia de prensa en Trípoli. "Me gustaría hacer un llamado a los libios para que hagan a un lado las rencillas y digan sólo una palabra: Libia, Libia, Libia".

PRIMAVERA SANGRIENTA
Otros gobernantes han caído en medio de la revolución que vive el mundo árabe, pero Gadafi, de 69 años, es el primero que es asesinado. Murió a tiros en Sirte, su ciudad natal, donde los combatientes revolucionarios superaron el jueves a las últimas fuerzas leales a Gadafi tras semanas de duras batallas.

En la ciudad también murió uno de sus temidos hijos, Muatassim, mientras que otro, su aparente heredero Seif al-Islam, fue capturado con un herida de bala en una pierna.

Las sangrientas imágenes de los últimos momentos de Gadafi provocaron dudas sobre cómo murió después de haber sido capturado, con heridas, pero vivo. Un video difundido en televisoras árabes mostró a una multitud de combatientes empujando y arrastrando a un Gadafi con barbilla y calvo. Se ve de pie con el rostro y la camisa ensangrentados mientras es empujado por revolucionarios, y parece tropezar, gritar y forcejear con sus captores.

Mientras aún estaba con vida, los combatientes lo llevaban en el capó de una camioneta, aparentemente para exhibirlo en público en un gesto de victoria. Mientras se mantiene erguido, combatientes que cantan "Dios es grande" lo empujan en una carretera de Sirte. Gadafi parece luchar contra ellos, tambaleándose y gritando.

"Lo queremos con vida. Lo queremos con vida", grita un hombre antes de que se lleven a Gadafi. Algunos combatientes lo arrastran del cabello hacia una ambulancia.

UN ASESINATO POLÉMICO
Un video posterior muestra a revolucionarios que giran el cuerpo sin vida de Gadafi en el pavimento, con el torso desnudo y la cabeza sangrante. El cadáver de Gadafi fue llevado por las calles de la ciudad vecina de Misrata en la parte superior de un vehículo rodeado de numerosas personas que coreaban "la sangre de los mártires no será en vano", de acuerdo con imágenes transmitidas por el canal Al-Arabiya.

Al parecer, los revolucionarios que le dieron muerte provenían de Misrata, una ciudad que sufrió un brutal sitio de varios meses por parte de las fuerzas de Gadafi durante la guerra civil que inició hace ocho meses.

Disparos al aire y clamores de "Allahu Akbar" (Dios es grande) resonaban por Trípoli al correr la noticia. Sonaban bocinas y la gente se abrazaba en las calles. En Sirte, los jubilosos ex rebeldes festejaban la caída de la ciudad tras semanas de asedio, blandiendo fusiles, cuchillos y hasta alguna cuchilla de carnicero mientras entonaban el himno nacional.

El estallido de alegría reflejaba el profundo odio hacia un líder que había deformado brutalmente a Libia con su idiosincrásico régimen. Después de tomar el poder en un golpe de estado en 1969 que derrocó a la monarquía, Gadafi creó un sistema "revolucionario" de "gobierno de las masas", que supuestamente significaba que todos los ciudadanos participaban en el gobierno, pero en realidad significaba que todo el poder estaba en sus manos.

EL FIN DE UN HOMBRE CRUEL
El se comportaba de forma errática, imponía normas al azar mientras aplastaba a sus rivales, y a menudo colgaba en plazas públicas a quienes conspiraban en su contra. En el extranjero, Gadafi se presentaba como un líder del Tercer Mundo, al tiempo que financiaba milicianos, grupos terroristas y guerrillas.

Su régimen fue acusado del atentado de 1988 contra el vuelo 103 de PanAm sobre Lockerbie, Escocia, y del derribo de un avión de pasajeros francés en Africa al año siguiente, así como de la bomba en 1986 en una discoteca alemana frecuentada por militares estadounidenses.

HUYÓ, SE ESCONDIÓ Y LO PESCARON
La mayoría de los relatos coinciden en que Gadafi había estado atrincherado con sus últimos allegados bien armados en edificios que retenían en el puerto mediterráneo de Sirte, donde combatían encarnizadamente a los revolucionarios que los cercaban. La batalla por Sirte llevaba más de un mes.

En un momento dado, una caravana intentó huir de la zona, pero fue atacada por aviones franceses de la OTAN. El ministro de defensa francés Gerard Longuet dijo que la caravana de 80 vehículos llevaba a Gadafi e intentaba huir de la ciudad. Los ataques detuvieron a la caravana, pero no la destruyeron.

Después los combatientes chocaron con las fuerzas leales a Gadafi en la caravana durante tres horas, con lanza granadas, armas antiaéreas y fuego de ametralladoras. Miembros de la caravana salieron de los vehículos, dijo Fathi Bashaga, portavoz del consejo militar de Misrata.

Gadafi y algunos de sus simpatizantes huyeron a pie, mientras los combatientes los perseguían, agregó. Un guardaespaldas de Gadafi capturado mientras intentaba escapar dio una versión similar a televisoras árabes.

Gadafi y varios guardaespaldas se refugiaron en una tubería de desagüe debajo de una autopista cercana. Después de que los combates continuaron, Gadafi salió y le dijo a los rebeldes en el exterior, "¿Que quieren? No me maten, mis hijos", según Bashaga y Hassan Doua, un combatiente que estaba entre quienes lo capturaron. Gadafi se desangró hasta la muerte por las heridas una media hora después, dijo Bashaga.

Adel Busamir, un combatiente que aseguró haber estado en la batalla le dijo a AP Television News que "alguien le disparó (a Gadafi) con una pistola de nueve milímetros... Después se lo llevaron".

El portavoz militar, el coronel Ahmed Bani, le dijo en Trípoli a Al-Yazira TV que Gadafi, herido, "intentó resistirse (a las fuerzas revolucionarias), así que ellos lo abatieron".

Abdel-Yalil Abdel-Aziz, un médico que acompañó el cuerpo en la ambulancia y lo examinó, dijo que Gadafi murió de dos balazos, en la cabeza y el pecho. Una versión del gobierno sobre la muerte de Gadafi dijo que fue capturado desarmado y después fue mortalmente herido en medio del fuego cruzado entre ambos bandos.

FRENAR LOS ABUSOS
Amnistía Internacional urgió a los combatientes revolucionarios a reportar todos los hechos relacionados con la muerte de Gadafi, y aseguró que todos los miembros del antiguo régimen deben ser tratados con compasión.

El ministro de Información, Mahmud Shammam, informó a The Associated Press vía telefónica sobre la muerte de Muatassim Gadafi, que fue asesor de seguridad nacional durante el gobierno de su padre.

Abdel-Aziz, el doctor que acompañó al cuerpo de Gadafi en la ambulancia, dijo que Muatassim recibió un disparo en el pecho. El ministro de Justicia dijo que otro hijo de Gadafi y su otrora posible sucesor, Seif al-Islam, fue herido en una pierna y se encontraba capturado por combatientes revolucionarios en un hospital en la ciudad de Zlitan, al noroeste de Sirte. Dijo que Seif fue capturado en Sirte.

Los nuevos gobernantes del país habían dicho que proclamarían la "liberación" tras la caída de Sirte. La muerte o captura de Gadafi consolida esa declaración.

Con esto se descarta una hipótesis que muchos temían: que Gadafi huiría a los vastos desiertos del sur del país para encabezar la resistencia al nuevo gobierno. Se desconoce la suerte de otras importantes personalidades del régimen derrocado, pero la muerte de Gadafi les resta en gran medida su capacidad de convocar a los leales.
Cort. TalCualDigital

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