miércoles, 19 de octubre de 2011

El barrio se mudó a la ciudad


El edificio de Confinanzas se convirtió en un rancho gigante, 
y el Sambil La Candelaria va por el mismo camino
FOTOS VENANCIO ALCÁZARES
JAVIER BRASSESCO |  EL UNIVERSAL
En Caracas nunca se urbanizaron los barrios y hoy los expertos hablan más bien del fenómeno contrario: la "barrialización" de la ciudad. 


El edificio de Confinanzas está convertido en un barrio vertical enclavado en el centro de la ciudad, y el Sambil Candelaria va por el mismo camino, así como decenas de edificios y terrenos invadidos. Las normas de tránsito no se cumplen, los buhoneros vuelven a instalarse en la vía pública, los problemas con el alumbrado eléctrico se multiplican y las acumulaciones de basura son cada vez más comunes. 

La aspiración natural de cualquier gobierno suele ser urbanizar los barrios: dotar a los sectores populares de servicios, parques, áreas verdes y opciones culturales. Sin embargo, en Caracas el último programa de habilitación física de barrios en la capital se abandonó hace diez años y más nunca se retomó luego de un cambio ministerial que sacó a Josefina Baldó del Conavi, y esa falta de atención ha terminado afectando a la ciudad toda, que ahora presencia esta transformación marginal de lo urbano. 

Para Jesús Torrealba, coordinador de la asociación civil El Radar de los Barrios, una cosa tiene que ver con la otra: el descuido de los barrios es lo que ha ocasionado esta marginalización de ciudad "formal". 

Una crisis económica prácticamente ininterrumpida desde hace treinta años también ha tenido un papel importante para él, y si antes el barrio era un lugar de esperanza, un lugar de paso para la superación en la que el campesino que venía a la ciudad se transformaba en obrero urbano, hoy es un lugar de estancamiento: ahí te quedas, ahí te pudres. 

Para ilustrar este cambio del barrio como lugar de trabajo a espacio de desesperanza, Torrealba se hace una pregunta: "¿Qué son hoy la Van Raalte de La Yaguara, la Almacenadora Caracas en los Flores de Catia, la Coca Cola de Gramovén, Pastas Ronco de Antímano? Ahora son refugios, pero hubo un tiempo en que fueron empresas que daban trabajo". 

Y dice que entre los escombros de miles de casas que se cayeron a finales del año pasado, también se encuentra escondida una respuesta a esta marginalización de la ciudad: entre las ruinas se podían ver viejas paredes y nuevas fachadas, porque lo único que se hizo fue eso: cambiar fachadas (como en el Plan Tricolor) sin corregir problemas estructurales, sin dotar a los barrios de espacios de recreación, sin hacerles tuberías: "Lo único que ha habido, ahora o antes, son planes de consolidación de la miseria, y eso más temprano que tarde se iba a notar también en la ciudad", indica Torrealba. 

José Luis López, coordinador de los programas sociales del municipio Sucre, cree igualmente que hoy Caracas es un gigantesco barrio colapsado porque en las estructuras sociales también una manzana podrida termina perjudicando a todas las demás: "El barrio se reinvindicó en el discurso, pero en la práctica sigue abandonado, y ese abandono lo emparenta hoy con la ciudad toda". 

Leopoldo Provenzali, ex secretario de Planificación metropolitano, cree que detrás de la aparente dejadez gubernamental hacia Caracas (un fenómeno que, afirma, se está repitiendo en todo el país) existe un propósito. 

Se trata, dice, de destruir todo lo que existe para que surja un orden nuevo, de acabar con toda referencia anterior para convertirse en referencia única. Es la destrucción sistemática de lo que desde el régimen se consideran valores de la sociedad burguesa. 

Y para él, el mejor ejemplo de todo esto es lo que ocurre con el edificio de Confinanzas o con el Sambil, hoy convertidos en barrios gigantescos en todo el centro de la ciudad: "Hazte una pregunta: ¿De qué son símbolo esas edificaciones? Una es un hito del sistema financiero de la Cuarta República, y la otra es un símbolo del consumismo. Esos son valores que hay que erradicar, por lo tanto esos edificios pueden ser y son objeto de ataque, de abandono. Yo creo ... no, yo estoy convencido de que todo eso, toda esta anomia que nos rodea, es deliberada, no ocurre solo por incompetencia o dejadez". 

Tener estos enclaves adeptos al oficialismo en la ciudad "formal" son para él una forma de control social. Devienen en espacios de conflicto, atentan contra el libre tránsito ("En la noche la ciudad es casi un desierto"), sí, pero al mismo tiempo se destruye la sociedad burguesa, la suma de todos los males, la explotadora, la que está contra los intereses de la mayoría. Y además se forza a que la gente se vaya o se llene de miedo, y no hay nada mejor que el miedo, recuerda Provenzali, para inmovilizar al ciudadano.

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