jueves, 5 de julio de 2012

Su huella dactilar

¿De qué vale que la huella dactilar de Pedro, según la engañosa cuña publicitaria (a través de la cual medio se insinúa que el voto es secreto) sea única e irrepetible, si la dentada propagandística abusiva del presidente Chávez ocupa diariamente 6 horas de transmisión en todas las emisoras de radio y televisión del país?

ELIZABETH ARAUJO/TalCualDigital

Nadie les está exigiendo a las cuatro rectoras del CNE que hagan una abjuración pública de su simpatías con el proceso revolucionario, que dirige (el solito) el presidente-candidato. Sería antipático y hasta inconstitucional obligar a estas damas a enfilar sus camionetotas y escoltas a sus residencias y, con las cámaras de Venezolana de Televisión como testigos, abrir el closet del cuarto y las gavetas del escritorio que está en la biblioteca, para sacar el kit con la gorra del PSUV, la franela roja firmada por el comandante y el koala importado de Miami ornado con siglas del partido único de la revolución (con el perdón de los “arrastraítos”, usted sabe, los partiditos aliados que medran a las puertas de Miraflores), y echarlos al trasto de la basura.

Se supone que vivimos en un país libre y democrático. Y si Socorro Hernández fue alguna vez presidenta de Cantv y en un Aló Presidente dio fe desmedida de su condición de socialista; o si Tibisay Lucena hizo migas en el viejo CNE con el doctor que finge ser alcalde de Caracas; o que Sandra Oblitas, según cuentan, no oculta su animadversión cada vez que ve una foto de Capriles, son situaciones que no deberían ser objeto de críticas y que no podrían endosarse como expediente contra las honorables profesionales que hacen mayoría inquebrantable en el Consejo Nacional Electoral, tanto que el doctor Vicente Díaz aparece como una suerte de llanero solitario en medio de un desierto rodeado de apaches.

De modo que el asunto gravita no en las apariencias sino en los hechos, por lo que resulta cuestionable que, a estas alturas del partido, la señora Tibisay Lucena se aparezca con su cara muy bien lavada para decirles a los venezolanos, que el CNE tiene la potestad de sancionar a medios de comunicación, candidatos y partidos políticos que infrinjan la ley electoral, pero se confiesa impotente frente al abusivo uso de las cadenas presidenciales, que le sirven al otro candidato para difundir, más allá de los 3 minutos permitidos por la ley, su oferta electoral, adobada de insultos hacia el candidato majunche, la derecha, el imperio y demás ensalada ideológica que revolotean por su cerebro.

¿De qué vale que la huella dactilar de Pedro, según la engañosa cuña publicitaria (a través de la cual medio se insinúa que el voto es secreto) sea única e irrepetible, si la dentada propagandística abusiva del presidente Chávez ocupa diariamente 6 horas de transmisión en todas las emisoras de radio y televisión del país?

Se trata de un hecho vergonzoso, no de Hugo Chávez, quien se sabe no posee escrúpulos siquiera para ordenar por razones humanitarias la libertad de un preso político enfermo como el comisario Iván Simonovis, sino de estas rectoras que actúan como si nadie se diera cuenta y amenazan a los medios que se inclinen por determinado candidato, mientras desfilan por los medios oficialistas (radio y televisión) cuñas en favor del presidente y ofensas contra el adversario. ¿Cómo quedará, cuando todo esto haya pasado, la huella moral de la rectora Tibisay Lucena? El próximo 7 de octubre lo sabremos.

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