martes, 2 de marzo de 2010

Sobrevivientes narran horror del tsunami en la costa chilena

Por MICHAEL WARREN y EVA VERGARA/The Associated Press

Los 40 jubilados que vacacionaban en un campamento rodeado de pinos junto al mar se dieron cuenta de que tenían que actuar rápidamente luego del poderoso terremoto de la madrugada del sábado.

Se arracimaron en un autobús para llegar a terrenos más altos, pero el maremoto desatado por el sismo llegó en tres olas, avanzó 200 metros sobre el pueblo balneario y arrastró el vehículo.
El lunes sólo se habían encontrado cinco cuerpos de las víctimas, dijeron bomberos y residentes locales.
El horror que vivió Pelluhue muestra la destrucción que el sismo de magnitud 8,8 y el maremoto trajeron a la costa centro-sur chilena, la zona más cercana al epicentro del temblor. La cifra de muertos llegaba a 723, la mayoría de ellos en la región vinícola del Maule, donde esta Pelluhue.
Los sobrevivientes del pueblo han encontrado hasta ahora 20 cadáveres y calculan que 300 viviendas quedaron destruidas. Restos de casas, televisores, ropas, lavavajillas y peces muertos cubren las playas de arena negra.
"Corrimos por la parte más alta del pueblo, gritando: 'Salgan de sus casas'", dijo Claudio Escalona, de 43 años, que huyó de su casa junto al campamento con su esposa e hijas de 4 y 6 años. "Unos 20 minutos después vinieron tres olas: dos de ellas enormes, de unos seis metros (18 pies) cada una, y la tercera aún mayor. Esa entró en todas partes".
"Se oían los gritos de niños, mujeres, de todo el mundo", dijo Escalona. "Hubo gritos primero y luego un silencio tremendo".
La destrucción es amplia y la comida escasea en la costa, en pueblos como Talca y Cauquenes, Curicó y San Javier. En Curanipe, la iglesia se convirtió en morgue. En Cauquenes, la gente enterró a sus muertos con rapidez porque la funeraria no tenía electricidad.
La presidenta Michelle Bachelet dijo que el gobierno estaba enviando cientos de toneladas de comida, agua y otras provisiones a la región.
Luego del sismo, Marioli Gatica y su familia escuchaban la radio a la luz de una linterna en su casa de madera junto al mar en el puerto de Talcahuano. Oyeron a los bomberos que pedían calma y que la gente permaneciera en sus casas. Nadie advirtió sobre un tsunami. Pero éste llegó y la casa se llenó de agua con un bramido que barrió a toda la familia.
"Un momento estábamos sentados ahí y al siguiente veía cables y muebles que flotaban en el agua", dijo Gatica.
Dos contenedores portuarios aplastaron la casa. Un tercero, que encalló entre el mar y la familia, evitó que las aguas se llevaran a todos en su retirada. La hija de 11 años de Gatica se aferró a un árbol. Su madre de 76 años desapareció. "Creo que mi mamá está atrapada debajo" de la casa, dijo.
Un 80% de los 180.000 habitantes de Talcahuano perdieron sus hogares, 10.000 casas no están habitables y cientos fueron destruidas, dijo el alcalde Gastón Saavedra.
"El puerto está destruido. Las calles, derrumbadas. Los edificios, destruidos", dijo.
El ministro de Defensa ha dicho que la Marina cometió un error al no emitir de inmediato una alerta de tsunami. Agregó que los capitanes de puerto que las lanzaron salvaron cientos de vidas en la costa.
El periodista de The Associated Press Roberto Candia contribuyó a este despacho.
Fuente: El Nuevo Herald

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