sábado, 4 de junio de 2011

La ciudad perdió íconos de los que hoy apenas quedan rastros

JAVIER BRASSESCO |  EL UNIVERSAL
Un estadio en San Agustín, un hipódromo y una laguna en El Paraíso, otra laguna en Catia, un ferrocarril que por más de medio siglo llegaba desde La Guaira... todo fueron íconos importantes de una ciudad desaparecida, y Caracas guarda pocos recuerdos de ellos más allá de fotos y daguerrotipos.

Pocos caraqueños saben que el Nuevo Circo se llamó así porque cuando se inauguró en 1919 ya la capital tenía el suyo: el Circo Metropolitano, que estuvo en la esquina de Puerto Escondido (El Silencio) entre 1896 y 1945. El teatro Metropolitano se construyó sobre esta gallera y la borró de la faz de la Tierra.

¿Y quién entre los cientos de personas que habitan el conjunto residencial La Yerbera, en la esquina Bomboná de San Agustín, saben que allí estuvo por años el estadio sede de Cervecería Caracas?

María Sigillo, quien fundó en Facebook la página Caracas en Retrospectiva, cuenta que lo hizo precisamente porque sentía la necesidad de rescatar de alguna forma el pasado de una ciudad que de tan cambiante parece renegar de su pasado. En esa página se han publicado más de 5 mil fotos de la Caracas de ayer y hoy.

Palabra de cronista

Entre los íconos perdidos de la capital, el cronista de Caracas Guillermo Durand nombra a dos lagunas: la de Catia y la de El Paraíso. La primera fue mandada a secar poco después de la muerte de Gómez (1935) por razones sanitarias (se trataba de una laguna artificial) y no queda de ella más que el nombre de una calle en Los Magallanes. La segunda ni siquiera se sabe cómo desapareció, y su última foto apareció en El Cojo Ilustrado en 1910.

Del hipódromo de El Paraíso todavía se pueden adivinar hoy sus taquillas, que quedaban justo enfrente de la sede de Radio Caracas Radio, en la avenida Páez. Allí se realizaron los desfiles del primer centenario del 5 de julio de 1811, y fue una de las estructuras que más daño sufrió cuando el río Guaire se desbordó en 1949, matando a unos mil caballos. Ese desastre marcó su fin, pues empezó a decaer y ya para los 60 no existía.

Del famoso convento del centro histórico solo queda hoy el nombre de una esquina: la esquina de Monjas. El recinto de las monjas de la Concepción fue mandado a derribar por Guzmán Blanco, lo que le valió la ira de muchos críticos que le llamaron "autoritario, masón, anticlerical, afrancesado y con complejos de grandeza tropical", por derribar esta estructura, para "dar paso a esperpentos reñidos con la idiosincrasia y estilo hispano del casco, como el edificio del Congreso".

En Caracas lo nuevo se ha llevado por el medio a lo antiguo sin ningún tipo de respeto, y así fue también la historia del hotel más famoso que ha tenido la ciudad, el Majestic, que con ocho pisos fue la edificación más alta de la capital durante casi toda la primera mitad del siglo XX pero que en 1942 fue demolido con más pena que gloria para dar paso a las torres de El Silencio.

Derbys López, director de Fundhea (Fundación Historia, Ecoturismo y Ambiente), cree que al hacer inventario de los íconos perdidos de la ciudad habría que nombrar a los llamados baños del pueblo de Antímano, parecidos a los que existieron en Macuto: unas edificaciones donde los hombres y mujeres se cambiaban para disfrutar los pozos de agua que había en Antímano y que desaparecieron hacia 1930.

Pero no todas las desapariciones son tan antiguas. Durante setenta años, la obra del escultor Rafael de la Cova, Colón en el Golfo Triste, adornó el paseo Colón hasta que en 2004 fue derribada en nombre de la resistencia indígena.

La barbarie de ayer, hoy y siempre se ha encargado de transformar en simples fantasmas a los que una vez fueron orgullosos símbolos de la ciudad.
El Universal 04/06/11

No hay comentarios:

Publicar un comentario