miércoles, 1 de junio de 2011

La violencia en Guayana/Simón Boccanegra

El gobierno "revolucionario" comenzó a tomarle ojeriza a los sindicatos. Incumplimiento de contratos y compromisos laborales, ataques, juicios, presentaciones periódicas ante los tribunales, sindicalistas presos, Rubén González, Chancellor, todo esto fue abriendo los ojos

Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
El gobierno “obrerista” ha ensayado de todo para domar a los trabajadores de Guayana. Hubo una época en la cual éstos, como tanta otra gente, se ilusionaron con la verborrea “revolucionaria” de Chacumbele e hicieron de Guayana un bastión chavista.

Pero, la maestra vida que decía Rubén Blades, comenzó a enseñarles que no todo lo que brillaba era oro. Comenzaron las denuncias sobre corrupción y malas prácticas gerenciales; ministros iban y venían y nunca salía humo blanco. Promesas delirantes (la ciudad del acero, entre otras) fueron haciendo evidente a los trabajadores que estaban frente a un grupo de habladores de pendejadas.

El gobierno “revolucionario” comenzó a tomarle ojeriza a los sindicatos. Incumplimiento de contratos y compromisos laborales, ataques, juicios, presentaciones periódicas ante los tribunales, sindicalistas presos, Rubén González, Chancellor, todo esto fue abriendo los ojos. Luego fue el inefable “control obrero”, el penúltimo truco para liquidar a los sindicatos y sustituirlos por organismos creados a dedo por Chacumbele, con los jalabolas de siempre.

El control obrero se está hundiendo en el fangal de su propio descrédito y no pasa de ser un remedo burocrático e ineficiente de las antiguas directivas de las empresas básicas. Fracasado todo, ahora el gobierno “revolucionario” ha apelado a la violencia pura y dura. Las bandas armadas, los tiros, los ataques a cabillazos. Ya hay un dirigente sindical, José Luis Morocoima, herido a balazos, vivo por pura suerte.

Varios trabajadores también han sido heridos. El ambiente en Guayana, donde las protestas obreras fueron pacíficas y muy bien organizadas y ordenadas, está siendo transformado por la violencia de las patotas sicariales, pagadas por el gobierno, en un territorio peligroso. Pero hasta ahora, lo único que han logrado los hampones y sicarios es enardecer aún más a los obreros. El tiro les va a salir por la culata.
      

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