miércoles, 1 de junio de 2011

Pudrevesa

Por: Teodoro Petkoff/TalCualDigital
Cuando se toma nota de los cambios habidos en la directiva de Pdvsa no puede uno menos que llevarse las manos a la cabeza y exclamar: "¡Dios mío, en manos de quién estamos!". Que la otrora gran empresa petrolera ha devenido guarida de pillos es notitia criminis de amplia circulación.
Basta con echar un nuevo vistazo a la lista de directores expulsados de Pdvsa para preguntarse cómo figuras tan cuestionadas pudieron haber estado tanto tiempo al frente de la empresa sin que se hubieran tomado medidas para limpiar esos establos. ¿Era necesario que los gringos descubrieran las vagabunderías de Paco Illarramendi con los fondos de pensiones de Pdvsa para que aquí se tomaran medidas? ¿No era tan pestilente el olor que despedían esas operaciones como para que Eudomario Carruyo hubiera sido llamado a capítulo mucho antes de ahora? Además, ¿se "pierden" 1.300 millones de dólares, Carruyo sale de Pdvsa y aquí no ha pasado nada? ¿No hay averiguación ni juicio?

¿Tenían que aparecer las miles de toneladas de alimentos podridos para abrir la averiguación correspondiente? Averiguación que, por cierto, hasta ahora arroja una suerte de nuevo "chinito" de Recadi, aquel único preso que quedó después del saqueo a la nación que se produjo con el control de cambios en tiempos de Lusinchi y quien pasó a ser el emblema de la desvergonzada impunidad que nunca ha dejado de constituir rasgo esencial de la corrupción venezolana. Hoy nuevamente, el comandante Luis Pulido, quien dirigía esas adquisiciones, es el único preso de unas tracalerías que, obviamente, requerían de una compleja red de complicidades. ¿El señor Kabboul, ex directivo de Bariven, no tendría nada que decir al respecto de esas compras y pudriciones? ¿Simplemente se va y Pulido que se las arregle solo como el "chinito" de Recadi? Finalmente, alguna explicación debe haber para la remoción del general Richani. No es una figura menor y su salida no es, no puede ser, una mera formalidad administrativa. Ocupa el cargo de jefe de Cavim, la industria militar venezolana, que, vaya a saberse por qué, tenía que desempeñar un cargo de director externo de Pdvsa. Como se puede apreciar, pues, Pdvsa ha sido durante años guarimba de una serie de personajes a quienes algunas cuentas deberían pedírseles.

Pero una de las irregularidades más grotescas producidas en Pdvsa es la que atañe a sus cifras de producción y exportación. Ese es un secreto manejado a punta de mentiras. Nadie sabe en verdad cuanto estamos produciendo (lo que sí se sabe es que es cada vez menos) y los números que proporciona Pdvsa contrastan abiertamente no sólo con los de agencias como la Internacional de Energía (AIE) y la Administración de Información sobre Energía sino con los de la propia OPEP. Sobre esto volveremos, pero baste por ahora dejar establecido que hasta en este aspecto clave para saber dónde estamos parados, la administración de Rafael Ramírez se comporta como un grupo de tahúres.

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