viernes, 21 de septiembre de 2012

Golpear al candidato

En los últimos días, las valijas cargadas de dinero sobrevuelan el cielo electoral venezolano. Recientemente se han denunciado intentos de soborno de personajes oscuros del oficialismo con montos que van desde 200.000 hasta un millón de dólares dependiendo de la talla del contactado

SIXTO MEDINA/TalCualDigital
La resolución de conflictos y la satisfacción de intereses comunes por parte, primero, de quienes deliberan sobre los asuntos públicos, y segundo, de quienes ejecutan las decisiones, es difícil de alcanzar de manera transparente si se carece de ética.

Los venezolanos, de alguna manera, están aprendiendo que para lograr buenos resultados en la política y en la gestión pública se requiere contar con hombres de conducta íntegra, democrática, de respeto a los derechos civiles y políticos, pues son éstos quienes marcan las directrices y operan las instituciones.

Dicho esto, en los últimos días, las valijas cargadas de dinero sobrevuelan el cielo electoral venezolano. Recientemente se han denunciado intentos de soborno de personajes oscuros del oficialismo con montos que van desde 200.000 hasta un millón de dólares dependiendo de la talla del contactado.

William Ojeda es uno de los que regresaron a las filas del gobierno. Faltaba escuchar al protagonista del video, Juan Carlos Caldera. Su historia que involucra a personajes del jet set bolivariano, es tan rocambolesca que hasta suena creíble.

La Mesa de la Unidad Democrática y la candidatura se defienden y se defenderán con el coraje de luchadores experimentados y con la certeza que da el hecho de que si tales ataques se producen es porque evidentemente se ha acertado, en términos generales, en la política escogida.

Esta afirmación no niega la conveniencia de reexaminar el cuadro. Demostrar que verdaderamente no se es arrogante, es un esfuerzo que se debe cumplir con sobriedad y con mucha dignidad. Uno puede ver mucho más ahora la falta de la ética aplicada a la función pública como factor esencial para la creación y el mantenimiento de la confianza en la administración y sus instituciones.

Que la falta de mecanismos de control de las arbitrariedades y antivalores practicados en el uso del poder público ha recabado la autonomía plena del Estado, para que gobernantes como Hugo Chávez sigan haciendo lo que les venga en gana, donde la voluntad es la suprema ley.

Pero hay algo muy importante aún: se observa que ese liderazgo en Venezuela se está agotando en sí mismo, está siendo rebatido en la propia realidad. Ha vivido del acierto inicial pero los magros resultados de su ejercicio en el gobierno y el empleo no ético que emplea en la práctica política están terminando por sembrar la indiferencia. La campaña electoral así lo demuestra.

Durante todas estas últimas semanas se han acentuado los ataques, los comentarios y las especulaciones contra Henrique Capriles, hoy la ofensiva arrecia y seguirá arreciando, ya que son muchos los factores que se congregan para enfrentar a Capriles. El éxito no se perdona en política y el candidato del gobierno y su partido disimulan el miedo con la agresividad.

Es interesante advertir que la responsabilidad que debe cumplir un gobierno, es la ética política, como reguladora en el ejercicio del poder. Todo esto muestra cómo la necesidad de un examen y discusión de ésta se va haciendo cada vez más consciente y urgente. La población en general se ve más y más preocupada por el tema. Cuestiones como lo apropiado del sistema judicial o la de los derechos humanos inquietan a gran parte de la gente de a pie.

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