sábado, 10 de julio de 2010

España hace historia con un estilo reparador

Enviado por: Mariolga


Si el éxito inspira contagio, su mensaje está asegurado: con un juego fascinante en la circulación, el campeón de Europa dejó tendido a Alemania y buscará su primer título

Por Cristian Grosso / Enviado especial
DURBAN.- El fútbol actual ha perdido belleza desde que lo atropelló la velocidad. Se juega con más arabescos y efectos publicitarios que con sentido colectivo y practicidad.
Con una celeridad que nubla y atropella. Se juega a ritmo de rock. Pero ahora Elvis ha vuelto y juega a la pelota. Elvis es Xavi. Un volante? antiguo, pasado de moda dirán, que esconde su voltaje en la inteligencia. Tiene un sentido del juego superior al resto. Con él al mando, la selección española es más filarmónica e igualmente exitosa. El campeón de Europa acaba de dar el gran salto para torear a la historia: por primera vez llegó a la final de una Copa del Mundo. El equipo fascina desde la circulación de la pelota. Hipnotiza, sí, también. El titiritero Xavi tiene la sabiduría para templar o acelerar según demande la situación. Entonces consigue combinar decisiones filosas con el carácter que nunca dejará de exigir una actividad cada vez más robusta, fibrosa. Pero ahí aparece la romántica cadencia de España, capaz de reducir a polvo a la altiva Alemania que había arrasado con una metralla de goles a Inglaterra y la Argentina.
Xavi piensa y alrededor suyo razonan en la misma sintonía. Quizás España sea el eslabón perdido para restaurar algunas virtudes descuidadas por este deporte. Y Holanda también. Detrás del último campeón del mundo, la Italia plomiza y amarreta de Marcello Lippi que se consagró hace cuatro años en Berlín, la final del próximo domingo encierra un halo reparador. Si el éxito inspira contagio, el mensaje está asegurado: vale la pena tomar riesgos, conviene que el diagrama lleve la firma de la ambición y que los recorridos tengan ese pulido que despierta una inmediata complicidad con los amantes del buen juego.
España somete a sus rivales a un dominio que roza la imbatibilidad. La recta final la está recorriendo con tanto aplomo como añoranza por una ofensiva más urticante. Porque el equipo de Del Bosque no termina de camuflar su flanco, que lo tiene para recordarle que es terrenal. Desde los octavos de final superó a Portugal, Paraguay y ahora Alemania, siempre por la mínima diferencia y sin recibir goles. Le costó trasladar al marcador esa coral manera de entender su partitura: en la administración de la pelota se mide el sentido colectivo de un equipo. El medio campo es el lugar desde donde un seleccionado establece cómo quiere jugar. Y ya en la parte inicial Neuer se arrojó a lo pies para ahogarle el grito a Villa, y Puyol cabeceó por arriba, muy solo, un centro de Iniesta. Como la mediocridad suele cazar en jauría, España siempre se mueve en bloque.
El conjunto de Löw en nada se pareció al que eliminó a la Argentina. Extrañó el surco vertical del suspendido Müller por la derecha, es verdad, pero aunque mantuvo el envase ofensivo, siempre aceptó su categoría de equipo inferior. Desde el comienzo toleró que las condiciones del partido las impusiera España, le cedió la pelota y aceptó correr detrás de ella. La desvencijada propuesta colectiva de Maradona no merecía el respeto de Alemania. Sí, atención por algunas individualidades, pero siempre será más probable detener a un jugador inspirado que subordinar a un rival convencido. En estilo y patente, posiblemente nadie le gane hoy a España. Pequeños retratos pintaron el choque: Podolski se preocupó por contener a Sergio Ramos y no en atacarlo, Schweinsteiger ya no fue el maestro de ceremonias porque insistió sin éxito maniatarlo a Xavi? Ante la Argentina, los germanos tomaron el eje central porque no encontraron oposición, y ayer se rindieron frente a la zona medular más rica. Löw y sus dirigidos hicieron un viaje de la invitación suicida que le propuso la selección albiceleste a la sumisión que le impuso un cuadro estructurado y exquisito.
Alemania contó con apenas dos situaciones de peligro, una en cada etapa. Un zurdazo abajo de Trochowski y una aparición de Toni Kroos por detrás de todos. En ambas surgió Iker Casillas, colosal, para sostener su arco. El equipo más goleador de la Copa había caído en la narcótica telaraña roja. En el primer cuarto de hora del segundo tiempo los españoles ya habían construido cinco situaciones de gol, siempre con Xavi cerebral para remates de media distancia de Xabi Alonso, Villa y Pedrito. La búsqueda sin desmayos nunca claudica. Los españoles no se atascan en la zona de creación. Siempre encuentran una estación de pase. Defienden la idea de la distribución hasta un fanatismo que merodea el culto. No los incomoda reiniciar la jugada, o desde el fondo o por el otro extremo, pero lo que nunca ponen en riesgo es la posesión. Parecen convencidos de que desde la tenencia sólo será cuestión de tiempo.
Llegó el minuto 72 y se encontraron extremos que se brindan para la causa. La pegada de Xavi desde el córner encontró el portento físico de Puyol, que con todo su simbolismo escaló desde el fondo para cabecear al gol e intimidar a la deuda histórica. Sí, para también a ella hacerla arrodillar. Con su propuesta de un fútbol más sostenido por las neuronas que por los músculos, España trae un espíritu reconstructor en un fútbol que se ha acostumbrado a tomar cualquier atajo, incluso los que desprecian la estética, para colonizar una victoria.
Cuando obligada Alemania se atrevió a escaparse de su corset y Joachim Löw propuso un dibujo con casi cinco puntas (Kroos, Özil y Podolski, con Klose y Mario Gómez clavados en el área), España se encargó de espantar los sobresaltos con la figura defensiva de Puyol, más la elegante jerarquía de Piqué y la multiplicidad de Busquets. Pero aun en algún instante de apremio España no descuidó la fascinación. Y si no cerró el partido antes fue porque el picante Pedrito, en un contragolpe que diagramó quién si no Xavi, se enredó cuando la maniobra lo llevaba cara a cara con Neuer.
España también es Iniesta y su rol complementario que no le resta presencia. Xabi Alonso se agiganta. Y Villa y la latente amenaza de gol. Juega con pasión, siempre al ataque, con un vértigo controlado y la obsesiva necesidad de disponer de la pelota. Con futbolistas dinámicos y rebeldes, que además entienden que los talentos también pueden hacer esfuerzos de adaptación a las necesidades de un equipo. En la conjunción de grandeza y método, España ha conseguido engranar una mecánica poesía. Para revivir esas fábulas de la infancia, donde los buenos siempre tienen derecho a un final feliz.
  • Alemania dejó decepcionado a Iniesta
    "Esperábamos que Alemania fuese más al ataque, pero tuvo miedo de dejar espacios. España se ha ganado el respeto. El equipo siempre se ha sentido seguro. Estamos en una final y vamos a dar lo que nos queda para cumplir el sueño, independientemente de quién esté delante nuestro", aseguró Andrés Iniesta. David Villa remató: "Fue el partido que mejor jugamos. Tuvimos mucho la pelota frente al rival más fuerte que nos deparó la competencia".
EL ORGULLO DE SENTIRSE LOS MEJORES
Dentro de su habitual calma, Vicente del Bosque sabe que algo grande puede esperarlo. "Es un gran orgullo que digan que somos los mejores. Fue un gran mérito haber llegado hasta aquí. Queremos que este equipo quede en lo más alto del fútbol", comentó.

 

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