martes, 22 de noviembre de 2011

La Tigresa del Oriente sopla hoy 67 velitas

De niña, La Tigresa del Oriente tuvo tigrillos como mascotas. De ahí viene su fijación por los felinos. Nunca tuvo muñecas, sino micos, loros y tortugas, y sus días pasaban en el río bañándose y dedicada a la pesca. La Tigresa se llama Judith Bustos.
Nació hace más de sesenta y cinco años en medio de la selva de Loreto, en Iquitos, Perú. Llegó allí porque su papá fue contratado por una empresa cauchera, y él se llevó a su esposa y cuatro hijos más sin dudarlo. La Tigresa estaba apenas en gestación. Su mamá dio a luz sin un médico, en un campamento rústico y sin la ayuda de su papá, quien se había ido a trabajar. A su llegada fue el encargado de cortarle el cordón umbilical. Judith conoció la ciudad hasta los ocho años de edad. Su infancia fue salvaje.

A los doce años tomó la decisión de salir de la selva. Ella escapó de la pobreza, y dejó atrás a sus quince hermanos, a quienes vio llorar de hambre. Llegó a Lima y empezó a buscar qué hacer en la vida. Trabajó como empleada doméstica y a los 16 años se presentó, sin permiso de su patrona, a una convocatoria en la radio para cantantes. Allí interpretó una ranchera y ganó su primer premio. Como consecuencia fue castigada y tenía prohibido salir.

En una entrevista en la televisión peruana, Judith llora mientras cuenta que se casó con el primer hombre que llegó a su vida, antes de cumplir veinte años. Y aunque no da muchos detalles, se sabe que su relación no fue exitosa y se convirtió en madre soltera. Sin embargo, lo único que la reconforta son sus dos hijas, de 41 y 25 años, quienes ya son profesionales y la convirtieron en abuela.

La Tigresa, como buena niña de la selva, hizo caso a su instinto y estudió cosmetología. Su primer trabajo fue en el canal América Televisión por once años, donde se enamoró de la pantalla chica. Tuvo la oportunidad de maquillar a estrellas de la música como Raphael, Rafaela Carrá, Paloma San Basilio, El Puma y Celia Cruz. Asegura que cada vez que los veía en el escenario su corazón se aceleraba. Luego pasó a Panamericana Televisión y decidió aprender todo lo relacionado con la caracterización. Así llegó al programa del humorista Carlos Álvarez, El especial del humor, reconocido por las parodias relacionadas con la política y farándula local. Allí su trabajo fue reconocido a nivel nacional.
Forjó su sueño de ser artista durante los más de cuarenta años que estuvo detrás de bambalinas. Pero sólo lo hizo realidad en 2004, cuando sus hijas fueron independientes. Su género musical es tecnocumbia, con melodías de la selva. La primera canción que escribió fue Nuevo amanecer. Empezó a componerla un día que se quedó sola en casa, y su inspiración, según ella, fue la inconformidad de la gente con la vida. En una semana tuvo la letra completa. Sin ninguna formación musical, la melodía llegó a su cabeza y se convirtió en tarareo, que luego un arreglista transformó en su canción de oro.

El video de esta su canción se grabó gracias a un desconocido. Un día cualquiera un señor golpeó la puerta de su casa y le hizo un ofrecimiento desinteresado para producir el videoclip, que tiempo después se realizó con un presupuesto bajo y que tuvo como locación el parque natural Pucallpa, Perú. Este hombre la convirtió, sin saberlo, en una estrella mundial y en la reina de YouTube, “Yutú”, como dice ella. Entre sus logros más importantes está la firma de un contrato en 2007 con el sello Warner Music de México, para hacer un disco con mezclas para discoteca. Sin embargo, fue un producto exclusivo para los mexicanos.

Su carrera ha tenido picos de popularidad. En 2010 reapareció con la canción En tus tierras bailaré, junto a Wendy Sulca y Delfín Hasta el Fin. Con esta canción marcaron un nuevo récord en YouTube. La idea de unir a estos artistas excéntricos fue de Gastón y Mica, unos productores argentinos que han trabajado con Julieta Venegas, Juanes y Alejandro Sanz. Su misión fue hacer el video que hasta el día de hoy tiene más de cuatro millones de visitas.

La señora tigresa, como le dicen en su país, tarda en arreglarse una hora y media antes de cada show. Se maquilla de manera cuidadosa y se pone una peluca que, en su mayoría, se asemeja a una melena de león. Tiene más de treinta trajes y veinte pares de zapatos, que ella misma diseña y contrata a alguien para que se los fabrique. Todo lo hace para complacerse a ella misma, le importan muy poco las críticas.

Pasó del anonimato al reconocimiento mundial en menos de cinco años. Se ha presentado en países como México, Argentina y España. Y aunque sigue con su profesión como maquilladora en el canal Frecuencia Latina, su éxito se ha convertido en una industria. Es propietaria de un salón de belleza y spa que lleva su nombre, y su último negocio es una línea de ropa para niños y adultos con la tendencia de animal print.
Y hay tigresa para rato. Para ella su edad no es un impedimento. Seguirá con su música de manera caprichosa, sentándose encima de sus tigres de peluche para posar frente a las cámaras, bañándose en el mar a sus 67 años en un vestido de baño de dos piezas y cantando sin compas para conquistar a sus millones de seguidores del “Yutú”.

Judith Bustos en acción con el humorista Carlos Álvarez.
Primera colección de su línea Animal Print.

Globovisión/Kienyke.com

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