miércoles, 12 de diciembre de 2012

Una empresa vende un kit de supervivencia para el día del Apocalipsis

Hasta el primer ministro, Dimitri Medvédev, ha tenido que salir a desmentir que el mundo se acaba el próximo 21 de diciembre. «Les diré unas palabras a propósito del Apocalipsis. No creo en ello, pero sí en que celebraremos la fiesta de fin de año», afirmó Medvédev ante las cámaras la semana pasada.


No ha sido la única autoridad que ha pedido calma y asegurado que la profecía maya habla, no del fin del mundo, sino de un cambio de ciclo. La psicosis la han agitado fundamentalmente los canales de televisión, en algunos de cuyos espacios se daban recomendaciones de cómo ponerse a salvo, qué regiones del país son las más seguras y qué llevar consigo.

Algunos se lo han tomado tan en serio que han excavado galerías subterráneas y las han llenado de conservas, harina, azúcar y queroseno. En muchos centros de población de Rusia, sobre todo de Siberia, se han quedado sin velas y cajas de cerillas.

Y es que, según reconoce la publicación digital Gazeta.ru «los rusos somos proclives a la mística y al pavor escatológico». El sempiterno fatalismo de este gran pueblo eslavo ha influido también en que se dé crédito a cualquier vaticinio catastrofista.

En un penal femenino de Górnoye, localidad próxima a la frontera con China en la región de Primorie (Extremo Oriente), se han detectado alteraciones de la personalidad entre las reclusas. Según el servicio de noticias Metro, algunas sufrieron incluso convulsiones.

Ulán-Udé, en la república siberiana de Buriatia, es una de las ciudades donde cuesta encontrar alimentos en conserva. Los buriatos, uno de los pueblos budistas que habitan Rusia, se han dejado llevar por los consejos de un tibetano al que llaman el Oráculo de Shambalá. No han hecho efecto los llamamientos de algunos expertos aseverando que ese tal Shambalá no existe.

No lejos de allí, en las montañas de la república de Altái, en la frontera con Kazajstán, se están creando comunas de gente que trata de ponerse allí a salvo del Armagedón. El gobernador de Altái, Alexánder, Berdnikov, agradece la «publicidad» que le están haciendo a su región muchas revistas y cadenas de televisión, asegurando que es la única zona del planeta que no resultará afectada por la lluvia de fuego, las inundaciones o los terremotos.

En la ciudad siberiana de Tomsk se vende ya un kit de supervivencia que incluye cereales, una pastilla de jabón, una navaja, pastillas purificadoras de agua, un pequeño botiquín, velas, cerillas y, cómo no, una botella de vodka. Vale mil rublos (unos 25 euros) y el empresario que ha lanzado la idea se debe de estar forrando porque ha vendido ya miles de paquetitos. En ellos ha estampado la frase «peor no podrá ser». Por su parte, los vecinos de la calle Karl Marx en la ciudad de Cheliabinsk, en los montes Urales, están levantando una réplica de hielo de la puerta de acceso a una ciudadela maya. Creen que así conjurarán los males que se avecinan./Fuente Globovision/ abc.es

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