martes, 6 de noviembre de 2012

Comunas a palo/Teodoro Petkoff TaCual 06nov12

Por: Teodoro Petkoff/TalCual
Después de su triunfo electoral el 7-0, Chávez amaneció utilizando un lenguaje conciliatorio. Estamos acostumbrados a ese talante postelectoral del Presidente


Así como también estamos hechos a su inevitable siguiente paso: restablecer el clima conflictivo y volver al lenguaje habitual de agresividad y descalificación personal de sus adversarios. Pero esta vez hubo un hecho que hizo abrigar esperanzas de que Chávez parecía hablar en serio sobre la necesidad de mejorar el clima político. Fue la llamada telefónica a Capriles Radonski.

Hace muchos años que el Presidente cortó todo contacto con cualquiera de sus adversarios, por esto el telefonazo a su rival electoral alimentó la ilusión de que tal vez podría abrirse una nueva etapa en las relaciones entre Chávez y el país. Sin embargo, muy pronto se disipó la expectativa.

No sólo por el lenguaje presidencial ­el mismo de siempre­ sino por los hechos, en particular, por la reactivación de un tema de una inmensa trascendencia y de un contenido conflictivo muy polarizante.

El Presidente anunció que su plan del país comunal recibiría un impulso que conduciría a su definitiva implantación. Por supuesto, un proyecto de esta naturaleza si algo exige es un amplio y profundo debate nacional.

Se trata de una idea que trastornará de modo muy hondo y dañino la vida del país y la gente tiene que saber de qué se trata. Sin embargo, aunque de unos pocos años para acá lo de las comunas forma parte del programa de Chávez, este no promovió ningún debate sobre ello.

La Asamblea Nacional aprobó, prácticamente sin discusión, las siete leyes que conforman la plataforma jurídica de la comunalización del país. Pero ahora es necesario iniciar un debate serio sobre las comunas. Este es un proyecto que no puede imponerse a la brava, argumentando que la mayoría que votó por Chávez lo hizo implícitamente por las comunas.

Eso no es cierto, ni respecto de los electores que lo hicieron por él, ni, muchísimo menos, por casi la mitad de los votantes que lo hizo en contra. En la campaña electoral el tema de las comunas estuvo deliberadamente ausente. Chávez habló de todo menos de las comunas.

No quería introducir un tema que sabe muy polémico y muy difícil de tragar, de buenas a primeras, por los venezolanos. Esperó a ganar para entonces poner sus cartas boca arriba, pero haciendo saber que no hay nada que discutir porque las leyes ya fueron aprobadas.

Eso es una falacia. Existen las leyes pero nadie sabe, excepto la cúpula chavista, a dónde apuntan. Cuando la verdad es que este proyecto implica no sólo una alteración considerable de la arquitectura del Estado venezolano, concentrando incluso el poder regional y local en manos de Chávez, sino que anuncia una inmiscuencia inaceptable del Estado y el Gobierno en la vida privada de los venezolanos. Si algo debe ser discutido muy a fondo, nacionalmente, es este asunto.

Pero el gobierno no quiere debate y por tanto no lo promueve. En cambio, para la oposición el debate es fundamental.

Cuando el país conozca a fondo de qué se trata la idea de Chávez de que para 2019 el 68% de la población viva en comunas, con toda seguridad las dudas y el rechazo irán mucho más allá de los 6,5 millones que votaron contra Chávez.

Buena parte de los 8 millones que lo hicieron por él se preguntará qué locura es esta que ahora quiere imponer el Presidente.

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