lunes, 5 de noviembre de 2012

La pólvora está seca/Simón Boccanegra 05nov12

El Gobierno está sentado sobre un polvorín, el cual entrará en un 2013 de recortes, de consecuencias del dispendio, de contraste con la botadera de dinero de este año electoral que termina y da paso a uno, seguro, más austero

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Estamos claros que el Gobierno se sostiene sobre un polvorín. La gente votó por una opción y le dio el triunfo el pasado 7 de octubre, pero no como un premio a la buena gestión, tampoco como un agradecimiento por lo hecho.

El voto del 7 de octubre fue más de una sociedad comprando a crédito: hoy voto por ti pero mañana me tienes que resolver los problemas. Funciona al contrario de lo que muchos creen.

Es, por tanto, un voto reclamón y no un voto agradecido. El que esté leyendo los resultados de las presidenciales como un cheque en blanco está equivocado. Bien lo dijo Alberto Barrera Tyszka hace unos días, que el país no votó por el Estado Comunal, sino por un Presidente que pidió perdón y dijo que no iba a fallar más.

Por eso está sentado sobre un polvorín, el cual entrará en un año 2013 de recortes, de consecuencias del dispendio, de contraste con la botadera de dinero de este año electoral que termina y da paso a uno, seguro, más austero.

Nadie descarta además que sea el propio Chávez el que tenga que asumir, con maquillaje, un "paquetazo" económico. El 26 de octubre pasado ya comenzó a recular.

En Consejo de Ministros dijo que "no se puede estar regalando todo, hay que cuidar la sustentabilidad". Recordemos que 2013 arrancará con una deuda de 232.589 millones de dólares, con reclamos laborales por contratos vencidos, desempleo, damnificados que ya no se calan más la espera por una casa, beneficiarios de misiones que no les han pagado, consejos comunales esperando que les bajen plata. Plata, plata y más plata. La jauría está hambrienta y el pan no alcanzará.

Es un gobierno que se enfrenta a su propia herencia y a decisiones duras: necesita más dinero pero también necesita recortar gastos. Si baja el gasto público puede ocasionar recesión porque el Estado se ha convertido en el gran cacao de una economía que no produce nada sino petróleo, cuyo administrador es el propio gobierno.

Es la culebra que se muerde la cola. Cuidado si el pueblo no se harta más pronto que tarde y termina mordiendo la mano cuando deje de darle de comer.

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