martes, 10 de agosto de 2010

Joyeros de La Francia están dispersos por toda la ciudad

A seis meses de la expropiación algunos siguen sin poder abrir un local


Los más de 500 trabajadores que hace 6 meses debieron abandonar el edificio La Francia tras la expropiación decretada por el Presidente en programa de televisio´n, se fueron entre rumores de pagos por indemnización y con la promesa de que más temprano que tarde tendrían una reunión con el alcalde de Libertador, Jorge Rodríguez, para aclarar su situación.


Al final no les pagaron (aunque en un comunicado que recibieron del Concejo Municipal de Libertador se hablaba de una "posible" indemnización) y ninguno fue llamado a reunirse con autoridad alguna. El mundo siguió andando, la ciudad los olvidó, y cada quien debió abrirse camino como pudo.

"Yo tenía 45 años como joyero en La Francia, pero eso no le importó a nadie, me sacaron y ni siquiera dieron la cara", dice Rafael Garrido, quien debió abrir un local en Sabana Grande en donde, dice, "no hay ventas ni hay nada".

De los ochenta joyeros que había en La Francia (que empleaban a más de 400 personas), 27 planean abrir tienda en la torre Europa, pero eso es sólo un proyecto. Siete se fueron hace un mes al edificio Exa, en la esquina de Madrices. En uno de estos locales, Jean Carlos Alburjas, empleado, cuenta que todavía están haciendo el punto, y que tras la expropiación pasó cinco meses desempleado.

Cerca de allí, en el edificio Once, otros doce ex trabajadores de La Francia encontraron aquí su lugar. En el piso 4 y en el 7 hacen joyas por encargo y también las reparan, pero el sitio está demasiado escondido, y los clientes escasean: "Estamos trabajando con antiguos clientes, pero a la mayoría los perdimos", cuenta Alberto Ríos, quien en La Francia tenía medio siglo, pues comenzó a trabajar allí en 1961.

Ramón Iglesias, quien pasó 46 años en La Francia, piensa abrir un local en Centro Plaza, igual que siete colegas suyos, pero se queja de que ya ha pasado seis meses sin ningún ingreso y eso nadie se lo pagará. Graciela Dos Santos, por su lado, ni siquiera tiene el consuelo de un plan a corto plazo: "Los costos son muy altos. Estamos esperando a ver si cambia el panorama económico del país".

El edificio La Francia, mientras tanto, sigue cerrado, y no se ha ofrecido información a la comunidad de cuándo comenzará finalmente a operar allí el anunciado centro de formación de orfebres.


Javier Brassesco
EL UNIVERSAL

 

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