miércoles, 19 de enero de 2011

"Diálogo" en el parlamento//Simón Boccanegra 19ene11

Cuando Chávez dijo que hay que hablar y aceptó hacerlo, por ejemplo, sobre los temas con los cuales lo interpelaron Julio Borges y Alfredo Ramos (regaladera y seguridad social), ¿como hacerlo en un Parlamento donde se reduce a diez minutos cada intervención, amén de otras trampillas para enmudecer a la oposición?

Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital

Hablando de "diálogo", en el propio Parlamento hay algunos temas que bien podrían servir para entablar un debate que conduzca a demostrar con qué se come eso. Por ejemplo, si el gobierno quisiera colocarse en la tónica del Chávez del Mensaje tendría que aceptar una discusión sobre el Reglamento Interior y de Debates de la Asamblea.

Porque el sitio natural del dialogo político es precisamente ese lugar cuyo propio nombre lo define: el sitio donde se parla, se habla, se parlamenta. ¿Cómo hacer viable un diálogo con todas las cortapisas que la reforma del reglamento introdujo, para casi anular la expresión de los parlamentarios opositores?

Cuando Chávez dijo que hay que hablar y aceptó hacerlo, por ejemplo, sobre los temas con los cuales lo interpelaron Julio Borges y Alfredo Ramos (regaladera y seguridad social), ¿como hacerlo en un Parlamento donde se reduce a diez minutos cada intervención, amén de otras trampillas para enmudecer a la oposición?

Esa reforma se hizo cuando Chávez hablaba de "triturar", y el espíritu que animaba a los psuvistas era concomitante con ello, pero ahora que, sorpresivamente, pidió "respeto" para los opositores, ¿rediscutir ese reglamento no sería una verdadera señal de disposición a trazar, con amplitud, las rayas de cal en el terreno donde Chávez propone que se dialogue? ¿Restablecer la mera vigencia de la Constitución en los casos de "Mazuco", Pilieri y Alemán, no sería otra señal de reconocer al Otro, que es por donde comienza todo diálogo?

En fin de cuentas, sólo se dialoga con quien es considerado un interlocutor válido. No digo que son los únicos temas. Hay muchos y gran envergadura, pero, estos dos, que son inherentes al Parlamento, ¿no serían un buen punto de arranque?

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