domingo, 23 de mayo de 2010

Naiguatá se alista para liberar a sus diablos en Corpus Christi

Este año, las festividades se realizarán el 2 de junio a medianoche

La Guaira.- En cada espacio de la casa de Alejandro Álvarez hay trabajo artesanal. En la sala, su hermana pinta con tonos fuertes una camisa blanca y en la azotea él y sus amigos se dedican a confeccionar máscaras, pintarlas y convertirlas en un diseño único, llamativo y vistoso, así como con una serie de pantalones; y cosen cruces en las alpargatas.


Álvarez es tan solo uno de los cientos de naiguatareños que por estas fechas tienen el mismo impulso: participar como promeseros en una de las manifestaciones más importantes del litoral, los Diablos Danzantes de Naiguatá, que este año se celebrará el miércoles 2 y jueves 3 de junio, en el marco del Corpus Christi.

"Cada año, los Diablos tenemos que confeccionar nuestro propio traje y la máscara, porque eso forma parte de la promesa. Estos trajes por lo general no son mostrados hasta el día de víspera de Corpus. Unos lo hacen por el pago de promesas al Santísimo Sacramento, otros porque desean mantener la costumbre que ha venido desarrollándose de generación en generación" explica Álvarez, mientras guarda otras máscaras para que no sean capturadas por la cámara fotográfica.

En Naiguatá, las máscaras llevan en la parte superior un aro metálico forrado, -como si fuesen cuernos unidos- del que cuelgan cintas de colores. Los motivos son diversos: cabezas de animales, figuras fantásticas, pero predominan las de monstruosos animales marinos. Son confeccionadas con técnica de capas superpuestas de papel periódico engomado sobre alambre y recubiertas con yeso. Cada pieza debe someterse a un proceso de secado previo al acabado de detalles, de allí que el tema de los Diablos Danzantes esté presente en Naiguatá desde principios de mayo. Además del traje, otro elemento del ritual de los danzantes requiere dedicación, como el montaje del cinturón de campanas o cencerros que llevan los diablos como un aviso de que el mal está cerca.

Para los más experimentados, el hecho de que las nuevas generaciones inviertan creatividad y tiempo para unirse a la celebración de la religiosidad popular es un buen augurio.

"Hay casas en las que los padres y abuelos enseñan a los más pequeños las técnicas de elaboración de trajes y de bailes. El pagar promesas y la fe en el Santísimo es un vínculo que ha motivado en Naiguatá la unión generacional", visualiza Elio Iriarte, el cajero mayor.


Nadeska Noriega Ávila
ESPECIAL PARA EL UNIVERSAL

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario