miércoles, 9 de noviembre de 2011

Guayana en quiebra

Al Gobierno no parece importarle que las empresas pierdan dinero. Una letal combinación de politiquería, corrupción y falta de gerencia ha llevado a las industrias a la ruina La estatización de Sidor ocurrió en un contexto favorable por el alza de los precios de las materias primas
José Guerra/TalCualDigital
El modelo de desarrollo que se diseñó en Venezuela para la región de Guayana, con el objeto de diversificar la economía y romper la dependencia petrolea, ha fracasado irremediablemente y por lo tanto hay que pensar en un nuevo esquema para aprovechar las inmensas riquezas naturales del estado Bolívar y transformarlas en riqueza social.

Se construyeron en Guayana un conjunto de empresas de propiedad mixta y estatal en las áreas de la siderúrgica, aluminio y mineral de hierro entre otras, con el objeto de procesar las materias primas y elaborar productos manufacturados que pudiesen abastecer la demanda interna y generar saldos exportables para, de esa forma, aumentar la base exportadora de Venezuela.

Para ello aplicaron los gobiernos, en especial desde la primera administración de Carlos Andrés Pérez, aprovechando el alza de los precios petroleros, una política agresiva de inversiones públicas y la conformación de alianzas con el sector privado, principalmente internacional, con el propósito de incrementar sustancialmente la producción de acero y aluminio, materia primas esenciales para procesos productivos aguas abajo.

Ello requirió el concurso de mano de obra calificada que no existía en el país y de un conjunto de ingenieros que rápidamente encontraron asiento en una Ciudad Guayana que abría los ojos para absorber los capitales que fluían desde el fisco nacional y también la cantidad de gente de otras tierras que hicieron suya esa región.

Al lado de las empresas básicas del Estado, se estructurarían una variedad de establecimientos grandes, medianos y pequeños que utilizarían la materia prima para su crecimiento y expansión. Era el concepto de polo de desarrollo.

LA SIDOR DE ANTES
Se diseñaros planes y proyectos que cada día exigían más capital en un momento en el cual la fuente casi única de ingresos de divisas de Venezuela que era y es el petróleo daba muestra de desfallecimiento a finales de 1978 y las empresas ya en marcha todavía no rendían lo suficiente para autofinanciarse de forma sostenible.

La propiedad estatal creaba incentivos para que la inevitable influencia política penetrara a esas empresas y se ampliara desproporcionadamente la nómina hasta niveles que empezaron a comprometer la viabilidad financiera de esas empresas estatales.

Cada nuevo aumento del precio del petróleo, como el ocurrido en 1979 y 1980, lo que hacía era prolongar una situación económica que cada día se hacía más precaria hasta que a finales de la década de los ochenta era un hecho que el conglomerado de empresas estatales estaba colapsando.

Carlos Andrés Pérez, el mismo que había impulsado y asignado ingentes recursos a esas empresas estatales, optó por privatizarlas ante la inminencia de su cierre técnico y así se vendió Sidor a capitales argentinos y brasileños al tiempo que en las empresas del aluminio resultó difícil la negociación.

Fueron sinceradas las nóminas y se despertó a la triste realidad de que sobraba la mitad de la fuerza de trabajo empleada. Se convirtió Sidor en una potente empresa siderúrgica que abastecía con creces el mercado nacional en tanto que se transformó en la mayor empresa exportadora no petrolera de Venezuela.

EXPERIMENTOS SOCIALISTAS
Con la llegada del presidente Chávez se fueron creando las condiciones para reforzar el modelo estatista de las empresas básicas que había fracasado y así decide el Estado por volver a estatizar Sidor en 2007, aupado por un grupo de trabajadores enceguecidos por una ideología decadente, la demagogia y la xenofobia.

Y esa estatización ocurre en un contexto excepcionalmente favorable por el alza casi exponencial de los precios de las materias primas en los mercados mundiales. Conjuntamente con el petróleo, el hierro, el acero y el aluminio vieron subir sus cotizaciones. Pero ni siquiera esos precios por las nubes han salvado a todas las empresas básicas de Guayana de su virtual ruina.

Una letal combinación de politiquería, corrupción y falta de gerencia profesional se ha encargado de llevar a los establecimientos industriales a la quiebra y con ella a la quiebra también de Guayana en una secuencia de eventos que comienza con las pérdidas que generan las empresas y termina cuando las empresas no se pagan entre ellas y tampoco a sus proveedores. Al Gobierno no pareciera importarle que las empresas pierdan dinero.

Generales de la Fuerza Armada, profesores de educación física y cuasi analfabetos en procesos industriales han estado a la cabeza de las empresas básicas de Guayana durante el gobierno del presidente Chávez y convirtieron a las empresas en campo de experimentación, al practicar en el estado Bolívar ideologías de comprobado fracaso histórico.

La prueba de ese fracaso se aprecia en el siguiente gráfico donde las cuatro empresas esenciales registran declinaciones importantes de sus niveles de producción respecto a 2007, año que se toma como base de comparación. En la próxima entrega abordaremos las ideas para recuperar Guayana.

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