martes, 30 de abril de 2013

Indignos

Un furor que en buena medida se está manifestando en acciones de abierta represión y groseros intentos de satanizar a la oposición

MARCO NEGRÓN/TalCualDigital
En un ensayo de 1995, en el cual intenta decodificar ese sincretismo que a su juicio está en la esencia del fascismo y que es responsable de las muy diversas apariencias con las que se puede presentar, Umberto Eco destaca como una de sus características fundamentales la incapacidad para aceptar la crítica, lo que lo lleva a identificar el desacuerdo con la traición.

Esta reflexión cobra particular actualidad entre nosotros cuando se constata el furor con el cual ha reaccionado la nomenclatura chavista los enchufados, como certeramente los definió Henrique Capriles no sólo frente a los adversos resultados obtenidos el pasado 14 de abril, sino sobre todo ante la evidente hemorragia de votos transferidos a los odiados "escuálidos".

Un furor que en buena medida se está manifestando en acciones de abierta represión y groseros intentos de satanizar a la oposición, pero estas son cosas ya vistas en el pasado; lo singular del momento actual, y que no sólo revela la real profundidad del impacto sufrido sino también la verdadera cara del régimen, está en las amenazas de despido proferidas públicamente por algunos altos funcionarios contra aquellos subordinados incursos en el delito de traición a la revolución.

Destaca en este enfurecido pelotón el ministro para la Vivienda y el Hábitat, no el único pero sí seguramente el funcionario de más alto rango cuya reacción ha sido conocida del público gracias a un video que quedará inscrito para siempre en la historia universal de la infamia.

Ni siquiera en tiempos de dictadura abierta (aunque también con simulacros electorales y resultados manipulados) como los de Pérez Jiménez se conocieron espectáculos tan grotescos y difíciles de describir con palabras, donde lo que más ofende no es la iracundia de un hombre fuera de sí (¿miedo a perder el cargo?) que grita a todos los vientos su decisión de violar la ley, sino las caras entre aterrorizadas y humilladas de los empleados que reciben la insólita amenaza de despido por pensar distinto con una consigna estúpida: "Así, así es que se gobierna".

Lamentablemente, ese energúmeno que tuvo la falta de pudor de ofrecer tan penoso strip tease moral no sólo es el responsable de una tarea tan digna como la de atender las necesidades de vivienda de los venezolanos, sino además un profesor de nuestra muy noble Universidad Central de Venezuela.

Ha sido dicho en otra ocasión en relación a Diosdado Cabello, pero es obligatorio recordarlo con motivo de las deplorables demostraciones de indigencia intelectual y ética que se acaban de comentar: en tiempos de Gómez estos individuos no hubieran pasado de ser unos cabos de presos seguramente apreciados por el tirano; hoy presiden la Asamblea Nacional y dirigen importantes instituciones del Estado.

Si Pocaterra viviera tendría que añadir unas cuantas páginas a sus Memorias.

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