jueves, 17 de diciembre de 2009

Chávez, con luz verde hacia otro mandato, en medio de nubarrones de crisis


Caracas, 17 dic (EFE).- El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, obtuvo en 2009 luz verde para aspirar a otro mandato al frente del país, aunque también se consolidó la oposición en su contra, en medio de problemas económicos y una incesante crisis con Colombia.


Con más de una década en el poder, Chávez buscó en las urnas la posibilidad de volver a ser candidato a la presidencia en 2012, cuando la Constitución que él mismo promovió hace diez años solo permitía una reelección, y obtuvo el "sí" de una mayoría de electores convocados en referendo el pasado 15 de febrero.
Un 54,86 por ciento de los venezolanos aprobó la enmienda a la Carta Magna que eliminó la limitación constitucional, mientras un 45,13 por ciento la rechazo, un año después de un primer intento de reforma que quedó varado en una anterior consulta, y entre críticas de la oposición que le acusaba de buscar "perpetuarse en el poder".
Al promulgar el texto, el mandatario prometió "más eficacia" por parte del Gobierno "revolucionario", que pretende dirigir, dijo, "al menos hasta el 2019", si obtiene la victoria en las presidenciales de 2012.
Chávez, que fue elegido por primera vez en diciembre de 1998, ratificado en el 2000 durante la legitimación de los poderes en el marco de la nueva Constitución Bolivariana, y reelegido en diciembre de 2006, dijo en febrero que con esa victoria "ha comenzado un nuevo ciclo de la revolución".
Y aseguró que en esa nueva etapa se debían resolver "problemas pendientes" como la falta de vivienda o la inseguridad, que constituye la mayor preocupación de los venezolanos, según todas las encuestas, en un país en el que se registran unas 14.000 muertes violentas al año.
Las cifras de la violencia no disminuyeron, y se sumaron al balance negativo del Gobierno sobre problemas económicos y deficiencias, como carencias del suministro de energía y de agua, que obligaron a cortes del servicio y aumentaron las críticas a su gestión.
La crisis financiera mundial, si bien no golpeó inmediatamente a Venezuela por su aislamiento de los mercados internacionales, pasó factura en el área del petróleo, con un desplome del precio del barril que afectó gravemente los ingresos del quinto exportador mundial de crudo, provenientes casi exclusivamente de este campo.
Analistas y economistas alertaron de la falta de liquidez del Gobierno, que en un primer momento rechazó esas versiones, pero más tarde reconoció el efecto negativo del desplome petrolero, principal causa de la caída este año del crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país, a las puertas de la recesión.
Este mismo mes de diciembre, la patronal venezolana calculó que la caída del PIB llegará al 2,7 por ciento y que la desenfrenada inflación acumulará un 32,1 por ciento al cerrar el año, sin previsión de mejoras para 2010.
Según el Gobierno, la "desaceleración" de la economía al cierre de 2009 podría llegar a menos 2,22 por ciento o tal vez a menos 1 por ciento, y el IPC se situará en un 26 por ciento, cuando el año pasado fue del 30,9.
Las malas noticias económicas han coincidido con una baja de la popularidad de Chávez que, no obstante, está alrededor de un 50 por ciento, según diversas encuestas que también coinciden en subrayar la consolidación de una oposición al Gobierno sin que ello sea en beneficio de los partidos opositores tradicionales.
Se ha reforzado en Venezuela la presencia de los llamados "ni-ni", electores que no apoyan o han dejado de apoyar a Chávez, pero tampoco se decantan por los líderes de la oposición, si bien éstos han intentado juntar fuerzas en una "mesa de unidad" dispuesta a entrar en campaña de cara a las legislativas de 2010.
En el tablero de la política exterior, Venezuela ha vuelto a entrar en crisis con la vecina Colombia, esta vez a raíz del acuerdo entre Bogotá y Washington para el uso de siete bases militares por parte del Ejército estadounidense.
El nuevo episodio en la turbulenta relación entre los dos países, que se quedan periódicamente sin embajadores, sirve, en opinión de los analistas, a los respectivos mandatarios -Chávez y su colega de Colombia, Álvaro Uribe- para eclipsar problemas internos que cada uno afronta.

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