miércoles, 18 de agosto de 2010

Margarita ya no es un paraíso

Los cortes de energía eléctrica son cosa de todos los días en la muy visitada isla oriental de Venezuela. Las agencias de turismo en Europa saben de los peligros e incomodidades de Margarita y no ocultan esa realidad a sus clientes

Por: Sergio Arancibia/TalCualDigital
"El que se enoja pierde". Con esas sabias palabras fui recibido en el Terminal de ferrys de Puerto La Cruz, por parte de un funcionario de esta nueva dependencia pública. Después de una hora haciendo cola con mi vehículo para entrar al Terminal, el funcionario me informa que el ferry anterior, que debía salir a las 10 de la mañana, no salió y que los carros atrasados tienen prioridad para subir al ferry de la 4.00 pm, que era el horario para el cual tenía yo reservación desde hacía mas de un mes. Si me enojaba, me ponía en una cola de vehículos con horario incierto. Si no me enojaba, me colocaba en la cola de los carros atrasados de las 10 de la mañana, con lo cual mis posibilidades de embarcarme a las cuatro se incrementaban en forma notable.

La empresa Conferry que hace la travesía hacia la Isla de Margarita nunca ha sido un modelo de eficiencia ni de respeto hacia el cliente, seguramente porque su carácter monopólico no la inducía a prestar un mejor servicio. Pero ahora se suma a todo ello el hecho de que el Terminal mismo fue nacionalizado o recuperado por el gobierno, pues era una concesión  con lo cual a lo peor de la empresa privada monopólica se suma lo peor de la ineficiencia gubernamental. Las únicas diferencias que se notan en el terminal recuperado por la revolución es que ahora hay que pagar un impuesto de salida, que antes no existía, y que hay una gran cantidad de funcionarios con franela roja que uno ve por todos lados, con funciones desconocidas.

CORTES ELÉCTRICOS DIARIOS En Margarita en plena temporada turística, los cortes de energía eléctrica son cosa de todos los días. Eso implica que los turistas que no tienen su habitación en la planta baja o en primer piso su hotel, deben subir o bajar sin ascensor dos, tres o más pisos para entrar o salir de su pieza. Además, si están en un restaurant o en un bar a la orilla de una piscina, la posibilidad de tomarse un trago se reduce a aquellas combinaciones etílicas que no necesitan los servicios de una licuadora. Si el corte los pilla en un centro comercial, estos quedan sin aire acondicionado. Los sufridos venezolanos aguantan eso y mucho más, sobre todo en periodo vacacional y en una isla tan bella como Margarita.

Pero el turista internacional no, sobre todo si tiene opciones mejores en las mismas calidas aguas del Caribe. Las propias agencias de turismo en Europa se enteran de estas pequeñas grandes incomodidades, y no están dispuestas a mentir o a ocultar información relevante a sus eventuales clientes, ni a pintarles un panorama distinto al que en realidad van a encontrar. Paralelamente Cancún, República Dominica, Cuba, Aruba, Curazao, San Andrés, Costa Rica y muchos otros hermosos rincones del Caribe compiten por atraer al turista europeo y norteamericano, y esa competencia les exige desarrollar una cultura de servicios.

Pero en Margarita no hay ningún interés en atraer al turista extranjero. Hace tres o cuatro años atrás llegaban varios vuelos charter a la semana, al aeropuerto local, procedentes de Canadá y de diferentes países europeos. Hoy en día esos vuelos han desaparecido, tanto porque Venezuela no los permite, como porque la modesta cantidad de turistas procedentes de esos países no los hace rentables.

El que quiera ir a Margarita, procedente de Europa, tiene que ir hasta Caracas y de allí devolverse hacia el este, en otro avión, con lo cual el viaje se le alarga por lo menos un par de horas más, y queda expuesto a las incomodidades y sorpresas del aeropuerto de Maiquetía.

Si quiere disponer de alguna cantidad de moneda local, para compras y gastos generales, se encuentra con una variedad de tipos de cambios, con diferencias sustantivas entre ellos, y con cambistas de variado pelaje, formales e informales, que compiten para captar sus divisas, lo cual le genera al pobre turista europeo todo tipo de dudas y de peligros.

A todo lo anterior se suma el hecho de la mala imagen internacional del país. Las agencias de noticias transmiten al mundo, con bastante frecuencia, los asesinatos y asaltos que aquí suceden, la carencia de instituciones y de leyes que ejerzan justicia con rapidez y ecuanimidad, la ineficiencia de la policía, y la arbitrariedad y la violencia elevadas a la categoría de políticas de Estado.

Todo ello constituye, para un europeo común y corriente, un ambiente bastante poco atractivo para salir a descansar con la familia.

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