viernes, 22 de marzo de 2013

El duermeculebra/Simón Bocanegra viernes 22mar13

Maduro hace esfuerzos sobrehumanos por ser Chávez. Ayer amenazó con meter presos a los especuladores. Seguramente Nicolás esperaba que los asistentes expresaran ferviente apoyo a sus palabras, como ocurría con el extinto presidente, pero se quedó con los crespos hechos. Nadie se emocionó

SIMÓN BOCCANEGRA/TalCualDigital
Pasó el carnaval, pero Nicolás Maduro no se quita el disfraz. Insiste tanto en parecerse a su jefe Hugo Chávez, pero el traje, a pesar de su medida, le queda demasiado grande.

Cada ser humano tiene su personalidad. No hay nadie idéntico a otro. Hay quienes se parecen en su forma de ser, sin hacer un intento para ello. Maduro, sin embargo, hace esfuerzos sobrehumanos por ser Chávez.

No hay dudas de que el hombre se creyó la consigna de que "todos somos Chávez", y anda por ahí muy campante, imitando del finado mandatario hasta el modo de caminar.

En sus intervenciones les da la palabra a los asistentes, hace chistes, asume un estilo de guapo de barrio cuando se refiere a la oposición, amenaza a los que difieren, pero no levanta pasiones. Se le ve muy lejos del original.

Hay que reconocer algo positivo sin embargo en toda esta actuación: habla menos que el difunto, lo que no es poco. No dice mucho en sus alocuciones de presidente-candidato, en eso también se parece a su jefe, pero por lo menos hace perder menos tiempo.

Ayer se presentó ante los trabajadores petroleros de la Faja del Orinoco prometiendo de todo, incluso seguridad ciudadana. Presentó al diputado Elvis Amoroso, promotor de la Ley para controlar el precio de los vehículos, y sobre este tema se hizo varias preguntas, todas relacionadas con el costo de los autos.

Luego, recordó uno de los "ganchos" de Chávez, y salió con amenazas de meter presos a los especuladores. Seguramente Nicolás esperaba que los asistentes expresaran fervientemente su apoyo a sus palabras, como ocurría con el extinto presidente, pero se quedó con los crespos hechos.

Algún aplauso desangelado, caras de incredulidad y unos camaradas enviando mensajes en su celular, según el barrido de imágenes que mostró VTV. Si esas amenazas hubieran sido hechas por su predecesor, la audiencia hubiera delirado, pero con Maduro no, nada que ver.

No hubo emoción, empatía. Su esfuerzo merecería un mayor premio. El hombre, definitivamente, es más insípido que un helado de yuca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario