martes, 24 de mayo de 2011

El desastre de la PSOE/Simón Boccanegra 24may11

Es cosa de preguntarse si no sería más conveniente que el PP se encargue de una vez de la crisis, para ver qué van a hacer, que será seguramente mucho más torpe e ineficiente, y más duro con los pobres, que lo hecho por el PSOE


Por: Simón Boccanegra/TalCualDigital
Naturalmente que si yo fuera español habría votado por el PSOE y no por el PP, porque los mandatos del corazoncito suelen jalar más que una yunta de bueyes. Pero lo habría hecho perfectamente consciente de que lo esperaba una derrota histórica, un derrumbe, que me permití vaticinar a todos los amigos que tengo en la dirigencia de los socialistas españoles.

Nunca tuve dudas de que esto iba a pasar. Es verdad que una crisis económica, sobre todo si es tan profunda como la española, se lleva en los cachos a cualquier gobierno. La del 29 con el único gobierno latinoamericano que no pudo fue con el del general Gómez.

A todos los demás los arrastró el desastre económico. De modo que el PSOE estaba condenado a la derrota, sobre todo porque no ha podido abrir una ventana en la cerrada muralla de la crisis económica y social.

Pero esta debacle se fraguó desde antes de los tanganazos de la crisis. Sus inconsecuencias con los principios, la corrupción, sus ambigüedades con gobiernos de dudosa factura democrática, en particular con el venezolano, en la relación con el cual privaron tanto los intereses crematísticos, tan crudamente defendidos por el necio canciller Moratinos, todo eso fue llevando al PSOE a esta brutal caída, que anuncia tal vez una peor el año próximo, si es que resiste la presión para el adelanto de las elecciones después de esta descomunal muestra de desconfianza.

Es más, es cosa de preguntarse si no sería más conveniente que el PP se encargue de una vez de la crisis, para ver qué van a hacer, que será seguramente mucho más torpe e ineficiente, y más duro con los pobres, que lo hecho por el PSOE. Por ahora le sale al partido una dura y nada autoindulgente revisión autocrítica, porque desastres como éste no son gratuitos y cuidado con atribuirlo todo a la crisis económica.

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