miércoles, 25 de mayo de 2011

De víctimas y victimarios

El lunes en la tarde la presidenta del TSJ hizo su primera aparición después de sus merecidas vacaciones por La Habana Cuba. Mostró un rostro lozano, como si Cuba no hubiese sido más que un pretexto en la ruta de viaje, el toque técnico tras haber pernoctado unos días en el Aventura Center for Cosmetic Surgery, de Miami

Por: Elizabeth Araujo/TalCualDigital
Doña Luisa viene de pasar unas cortas vacaciones en La Habana. Se las merecía. Demasiado esfuerzo para cuidar el cargo, que tanto desean los otros magistrados y que en verdad genera un grado de tensión física y emocional que atenta contra la salud.

Por eso, cuando el pasado lunes en la tarde la presidenta del TSJ hizo su primera aparición dejó traslucir un rostro lozano, como si Cuba no hubiese sido más que un pretexto en la ruta de viaje, el toque técnico tras haber pernoctado unos días en el Aventura Center for Cosmetic Surgery, de Miami, razón que explicaría su serenidad, sin los apremios de la agenda infernal que impone Miraflores.

Pertenecer hoy a la elite institucional de la revolución bolivariana requiere de extremas condiciones físicas casi similares a las que lucían los gladiadores de la decadente Roma imperial.

Hace poco un gerente de Corpoelec –ya debería estar sin empleo– aseguró en entrevista por VTV que la empresa estatal de energía eléctrica era boicoteada por otros entes gubernamentales.

No dijo el nombre pero dejó entrever que el vicepresidente Elías Jaua no le hacía ningún favor al desacertado ministro Alí Rodríguez. No sería este el único caso, ni hay motivo para extrañarse.

Así funcionan las revoluciones cuando fluyen excesivos recursos y los administradores de esos dineros circulan sin vigilancia de las contralorías, por lo que se saltan las normas de licitación para favorecer a familiares y amigos.

 No es que la revolución bolivariana haya sido asaltada por una partida de vándalos. Yo misma doy fe de funcionarios que apuestan al proceso que dirige Hugo Chávez y que terminan mirando al otro lado cuando saben de irregularidades en adquisiciones y dotación de equipos de emergencia por las inundaciones y otras calamidades.

Pero ¿qué quiere que le diga a mi vecino chavista, cuya honestidad no pongo en duda, cuando un diputado de Copei recuerda que hace más de un año el gobernador de Miranda llevó en carretillas documentos de supuestas irregularidades cometidas en la anterior gestión, y como respuesta recibe un golpe del diputado Diosdado Cabello?

 ¿Cómo hace un ciudadano que sufre a diario en el Metro cuando va al trabajo si le llega por internet la información acerca de la compra de una cadena radial por un binomio padre-hijo con demasiada influencia en Miraflores?

 ¿Qué pensar si un narcotraficante confesó como Walid Makled –sea para defenderse o para denunciar a quienes lo traicionaron– revela una lista de coroneles, generales, diputados y funcionarios del Gobierno alguna vez beneficiados por su manto de bondad, y nadie se digna en investigarlo?

 Todo ciudadano es inocente hasta que se le demuestre lo contrario. Lo acaba de reafirmar la presidenta del TSJ, a su regreso del curso intensivo de Derecho Revolucionario en la isla de Cuba.

Justamente la nación donde los victimarios son todos contrarrevolucionarios, agentes pagados por la CIA y enemigos de la humanidad, mientras las víctimas están del lado de la historia.

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