martes, 24 de mayo de 2011

Médicos residentes viven al día

Llegar al final de la quincena. El reto de cada mes. Las cuentas no son fáciles de sacar sobre todo si se es médico residente en un hospital público y si el trabajo exige dedicación exclusiva. Más complicado resulta sino se tiene vivienda propia, si vino del interior del país a estudiar una especialidad y si además tiene una familia que mantener.

Estudiar una especialización médica resulta cada vez más cuesta arriba. En hospitales como el Jesús Yerena de Lídice se calcula que el déficit de residentes de postgrado ronda el 60%, siendo el sueldo y las condiciones generales de trabajo unas de las principales razones por las que los postgrados se están quedando sin aspirantes.

Casi 60 bolívares diarios gasta Esmeralda Rivas, residente de Pediatría en Lídice, en trasladarse desde Palo Negro, estado Aragua, hasta el hospital. En solo un mes, contando nada más los días hábiles, Esmeralda debe gastar 1.200 bolívares de los 4.500 que gana mensualmente con las guardias y bonos incluidos. En promedio invierte 2.000 bolívares para el mercado, así que los 1.300 que le quedan los debe distribuir entre el seguro y su hija de dos años. No gasta en vivienda, pues vive con su esposo en casa de su madre.

"Es triste, uno trabaja tanto y ni siquiera puede salir a comer algo en la calle, si queremos hamburguesa lo que hacemos es comprar los ingredientes y las hacemos en casa", cuenta la residente, quien sale a diario a las 4:00 de la madrugada, para llegar al centro de salud a las 8:00 am.

A sus 33 años, Miguel Gutiérrez, también residente en Lídice, no puede siquiera plantearse comprar un apartamento. Oriundo de Guárico, Gutiérrez, vive con su esposa en una habitación en Montalbán. Allí paga 1.500 bolívares, a eso hay que sumarle la prima de seguro del carro y personal, que ascienda a 2.000 bolívares, y con lo que sobra, el mercado.

"Nos tenemos que rebuscar, no hay otra manera, a veces tengo que pedirle a mis papás y los dos son jubilados, así que tampoco tienen mucho dinero para ayudarnos", cuenta Gutiérrez. Los planes de ampliar la familia, también están en espera, al menos hasta que pueda tener otro trabajo que le permita compensar el sueldo que se gana en un hospital.

Salir al cine, comer en un restaurante son actividades que prácticamente están vetadas para los residentes. El bono de alimentación, según señalan, apenas alcanza para la mitad del mercado. "No puede ser que yo tengo una carrera, una especialidad y no puedo pensar en comprar casa o carro, mi mamá, en su época compró casa y ella es bachiller", dice Rivas.

Olga Machado, secretaria de Asuntos Laborales de la Federación Médica Venezolana, recuerda que el salario de los residentes siempre ha sido una batalla dentro de las discusiones de contrato colectivo, pero al menos, en el pasado se cumplía con la póliza de HCM.

"El Ministerio de Salud tiene una deuda histórica con los médicos, en el último contrato colectivo que se firmó en el 2.000 se establecía el pago de póliza de seguro y una ayuda especial para la compra de viviendas. Esa ayuda nunca se dio", señala Machado.

Además de los gastos de manutención, los estudiantes deben sumarle la inversión en libros (solo un texto puede llegar a costar Bs. 2.000), las fotocopias, el servicio de Internet para las consultas y seminarios en los que participan, y por supuesto una computadora. También deben cancelar el semestre correspondiente.

"El gobierno quiere estigmatizar a los residentes porque están haciendo un reclamo, un reclamo que es justo. Nosotros no estamos en desacuerdo del aumento que se le hizo a los trabajadores del sector, pero el médico es el que tiene la responsabilidad principal sobre los pacientes, así que ellos también se merecen un ajuste", sostiene Machado. La FMV está exigiendo un salario de Bs. 9.800.

BEATRIZ CRUZ SALAZAR |  EL UNIVERSAL

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