viernes, 9 de diciembre de 2011

¡Los vamos a matar!

Cuando acompañábamos a Diego Arria a su auto para una inmediata retirada que lo librara de otra agresión, como la que le proporcionó uno de los fanáticos que tenían la misión de atemorizar al invitado y a los organizadores del evento, pensamos en los alcances que toma el plan maestro de la tiranía del pensamiento único, para ponerle mano y asumir el control de las universidades nacionales

AGUSTÍN BLANCO MUÑOZ / FOTO: ALEJANDRO HERNÁNDEZ
|Esa tarde suponíamos que era general la consternación por el impacto del niño asesinado en Guanare, y momento para el rechazo a toda muerte. Sin embargo, los gritos a gañote abierto nos desmintieron: "Si lo vuelven a traer los vamos a matar a todos". Ya se había producido el saboteo al foro con Diego Arria ese lunes 5/12 en la Cátedra "Pío Tamayo".

Y cuando acompañábamos al precandidato de la MUD a su auto para una inmediata retirada que lo librara de otra agresión, como la que le proporcionó uno de los fanáticos que tenían la misión de atemorizar tanto al invitado como a los organizadores del evento, pensamos en los alcances que toma el plan maestro de la tiranía del pensamiento único, para ponerle mano y asumir el control de las universidades nacionales.

La pregunta parece elemental: ¿Y cómo y por qué un gobierno con tanto problema encima se propone la difícil tarea de tomar y controlar las universidades públicas? La respuesta está contenida en el marco de un proyecto que tiene como objetivo superior el ejercicio de la hegemonía.

Ya el golpista presidente (GP) considera que ha avanzado de manera apreciable en diferentes órdenes del cuadro histórico. Pero considera crucial el dominio en el sector educacional debido a que de él depende la construcción del "hombre nuevo de y para el socialismo del siglo XXI".

¿Pero qué es eso de "conocimiento revolucionario"? ¿El diseñado y elaborado por los cubanos siguiendo la Escuela de la Academia de Ciencias de la exURSS? ¿Cuáles los aportes que en el campo de la llamada teoría revolucionaria ha dado Cuba en más de 50 años de hegemonía educacional?

¿Cuáles los principios básicos de la educación que promueve la llamada "revolución bolivariana" y en qué se diferencian de los sostenidos por el romanticismo-liberal-positivismo?

Plantear, otra vez, la tesis de la segunda, tercera, continuación o culminación de la independencia ¿es acaso un acto de corte revolucionario? ¿Cuál de nuestros héroes y caudillos ha dejado de considerarse como un Libertador? ¿Ahora sí se tendrá como válido lo tenido como Independencia porque nos proporciona otro Bolívar u otro Fidel Castro, como gran Salvador que nos sacará de todas las miserias que padecemos?

¿Es este el sentido que se otorga a la hegemonía educacional? ¿Una educación que nada tenga que ver con libertad, ideales, creación y trascendencia sino con servilismo mental? ¿Estamos ante una búsqueda de espacios para el establecimiento del pensamiento único?

Lo que se conoce como popularización educativa no es más que la difusión del alienante y perverso mensaje único, supuestamente revolucionario, que rinde cuentas directamente a los nuevos dueños de Venezuela y copartícipes de Venecuba, la fusión o encuentro de dos revoluciones que ahora marchan juntas a paso de destructoras.

Toda imposición-persecución de esquemas-dogmas es contraria a la libertad de pensamiento. Y esto es algo que estableció Pío Tamayo en forma muy clara. En carta a su hermana Magdalena señala: "No olvides que por lo menos que se es 'maestro' es por ese trabajo tonto de enseñar según un texto, cuatro principios gramaticales o aritméticos; se es 'maestro' cuando junto con el libro de texto se da la enseñanza que despierta al niño a la belleza, a la justicia y al amor".

Es ir más allá de las reglas establecidas para abrirle campo al pensamiento, a la creación que permita la construcción de un mundo regido por parámetros verdaderamente humanos y adecuados para la construcción de un porvenir diferente.

Y en la carta a Juan, su hermano menor, desde el Castillo Libertador de Puerto Cabello le escribe su código deberes: "Deber de mejoramiento moral, para con nosotros mismos; deber de ternura para con los nuestros, y deber, gran deber, de solidaridad y sacrificio para con la humanidad".

Y esta es la escuela que puede contribuir a formar un hombre de pensamiento, creación, libertad y trascendencia. A la hora de su despedida Pío Tamayo advierte que la conciencia del venezolano estaba supeditada a la venta-complicidad o irresponsabilidad. Por ello le dice a Zavarce de Lima que aquí: "Todos tenemos la culpa. No hay uno solo de nosotros que no haya tenido, alguna vez, el mal pensamiento de cooperar con la tiranía; lo que pasa es que no se han tomado el trabajo de irnos a comprar, o han equivocado el precio... o han dejado pasar el cuarto de hora".

Por eso agrega: "Mañana cuando el dictador desaparezca y mientras se está hablando sin obrar, un nuevo tirano se erguirá agitando el látigo sobre el rebaño de carnero que somos".

Lo que Pío Tamayo propone es el conocimiento para una nueva religión de humanidad. Un ideario para un tiempo y una sociedad distintos. Una comunidad que no sea de simples hombres sino de ciudadanos libres, creadores y constructores de otros amaneceres, alejados de toda carga de odios, violencia, suplicios y padecimientos.

Pero esta Escuela es la más alejada de todo esquema que tienda hacia la grosera unificación del pensamiento que es ya una forma de ejercer la persecución, condena y fusilamiento del pensamiento.

Este es el sentir y expresión de quienes el lunes 5 de diciembre gritaron hasta más no poder: si vuelven a traerlo, los vamos a matar a todos. Nos aplicarían la pena de muerte por violadores de las sagradas disposiciones del pensamiento único, que tiene tan buena ubicación en el bochinche mental del GP y sus seguidores. ¡Qué historia amigos!

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