viernes, 15 de enero de 2010

Caracazo II



Manuel Felipe Sierra - El Nacional
Chávez ya tiene su Caracazo. Sin muertos, saqueos, destrucción de propiedades, suspensión de garantías ni fuerzas militares aerotransportadas. El discurso chavista convirtió el 27 de febrero de 1989 en la fecha fundacional del proyecto revolucionario.


Habrían sido las sangrientas acciones callejeras de ese día en Caracas y ciudades cercanas, el disparador de un plan militar subversivo que entonces no trascendía las cantinas de los cuarteles.
De acuerdo con esa valoración histórica, aquella "gloriosa insurrección popular" habría decretado la caída de la cuarta república, rematada posteriormente por los pronunciamientos castrenses de 1992 y la victoria electoral de Chávez en 1998.
Ahora la situación es distinta. Los caraqueños azotados por la delincuencia y el alto costo de la vida debieron afrontar la amenaza de cierre de los centros comerciales y un racionamiento eléctrico aplicado con verticalidad militar, que suponía innumerables y costosas consecuencias para la vida cotidiana. Nadie llamó a desacatar la medida ni actuaron pescadores en río revuelto. Ésta fue aplicada en una primera fase. No obstante, era perceptible una avasallante indignación colectiva. Sin protestas violentas ni acciones de calle se creó un clima tenso que pronosticaba eventuales brotes de rabia social.
Chávez lo entendió. Ya existía el antecedente de la decisión sobre los centros comerciales que debió ser pospuesta antes de entrar en vigencia. La noche del miércoles Chávez reconoció que el racionamiento de esa forma estimularía el desgaste de su base de apoyo popular.
Por supuesto que el ministro de Energía Eléctrica, Ángel Rodríguez, debía caer como "chivo expiatorio".
¿Retroceso táctico? ¿Maniobra para demostrar espíritu autocrítico? ¿Un paso atrás para avanzar en la profundización de la revolución? ¿Tregua para repensar el rumbo del proceso como lo sugieren su ideólogo Heinz Dieterich y su embajador en la Organización de Estados Americanos, Roy Chaderton? Faltan dos cosas por aclarar. ¿Si la situación del suministro eléctrico era tan grave como para justificar el racionamiento propuesto, ¿cómo se explica que éste sea desechado sin un esquema sustitutivo? ¿Cómo entender que su suspensión sea un privilegio concedido a los caraqueños mientras la medida se aplica en el resto del país? Por lo pronto, Chávez ya tiene su Caracazo entre pecho y espalda.
Tomada de:atravesdevenezuela.com

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